La rearticulación del movimiento estudiantil y el escenario político actual
lunes, 20 de junio de 2011
Las movilizaciones sociales durante este 2011 se han apoderado de la  escena pública con fuerza. El surgimiento de nuevos actores colectivos y  el desgaste del sistema político institucional en su conjunto han  puesto en jaque al modelo neoliberal por distintos flancos. Protestas en  defensa de los recursos naturales, la lucha por condiciones laborales  más dignas y las recientes protestas estudiantiles son claros ejemplos  de ello, terminando con el repliegue iniciado con la derrota del 2005  (Crédito con aval del Estado), 2006 (LGE) y el 2008-2009 (Aprobación  LGE). Durante este extenso proceso de derrotas estudiantiles se  experimentó un recambio considerable en las formas de lucha y en las  maneras de hacer política estudiantil. De este proceso surgen con  fuerzas las denodadas críticas a las dirigencias estudiantiles que  elaboran los petitorios del conjunto de los estudiantes entre cuatro  paredes, respondiendo a los requerimientos de sus respectivos partidos  políticos y la ya conocida práctica de negociaciones a espaldas del  movimiento estudiantil.
Es en ese marco en el que una nueva manera de  hacer política comienza a posicionarse con fuerza, expresada en el  movimiento secundario durante el 2006 (en la denominada “Revolución  Pingüina”) y en el universitario durante el 2008 (ACEUS). Una cultura  política centrada en el diálogo entre los estudiantes de base, de manera  horizontal, y en la que los representantes son voceros de las  posiciones acordadas por el conjunto de las y los estudiantes. Ese  recambio en parte es propiciado por el descrédito de los referentes  políticos partidarios tradicionales y por el avance del modelo  neoliberal en materia educativa. Esa situación comienza a revertirse  desde la derrota electoral de la Concertación en las presidenciales y  con el repliegue sistemático de ésta al mundo social para recuperar base  de apoyo electoral. En ese marco de reconfiguración del sistema  político partidista, los acercamientos entre la Concertación y el  Partido Comunista (PC) son más contingentes, dejando claro el rol  histórico de la Concertación y el PC como contenedores políticos del  descontento popular en los canales institucionales del Estado.
En ese proceso general es que desde el 2010 el PC y la concertación a  través de plataformas electorales, se insertan con fuerza en las  federaciones estudiantiles, pasando al 2011 con un control político en  las dirigencias de las federaciones del CONFECH (alrededor de 15  federaciones de las 27) y en el movimiento secundario con fuerte  presencia en la FEMES (Federación Metropolitana Estudiantes Secundarios)  que agrupa a los liceos emblemáticos. Sin embargo, ese control relativo  de las dirigencias estudiantiles no se ha manifestado claramente y la  disputa actual por la hegemonía del movimiento estudiantil sigue en pie  de lucha. En el plano universitario, la contienda la lidera la FEUTEM  (con presencia rodriguista) y una serie de federaciones alineadas en el  bloque “regionalista”; en los secundarios, la disputa es aún más fuerte y  se diferencia entre liceos emblemáticos “FEMES” y los liceos  periféricos agrupados en la ACES (Asamblea Coordinadora de Estudiantes  Secundarios). Y la disputa no sólo se manifiesta por las maneras de  hacer política, sino que también en la profundidad y radicalidad de la  misma.  
La rearticulación del movimiento estudiantil este año ha permitido  disputar la hegemonía a la clase política en materia educacional, puesto  que ha permitido sacar el conflicto estudiantil de lo meramente gremial  para convertirlo en un problema transversal de toda la sociedad,  convocando a diferentes actores sociales a las manifestaciones públicas  (la protesta de hoy, 16 de junio, convocó a más de 70.000  manifestantes); sin embargo, la actual disputa interna y la presión  gubernamental hacen que hoy cualquier tipo de salida al conflicto  educacional sea dificultosa, y que lo que ocurra en el CONFECH el 18 y  19, y en el llamado al Encuentro Educacional a realizarse este viernes  17 y lunes 20, sean fundamentales para poder evaluar el rumbo que tomará  el conflicto.
Tanto la incapacidad política de las actuales dirigencias estudiantiles  (reformistas) como el desatino y la ortopedia de la izquierda de  intención revolucionaria han dejado más que evidente el actual vacío en  la conducción política de las y los estudiantes más conscientes. Las  principales falencias de la alternativa revolucionaria son la ausencia  de una perspectiva global del conflicto (la mayoría de los referentes  solo tienen presencia en una región), dada por la ausencia de  estructuras orgánicas nacionales, lo que se traduce en una incapacidad  política sustancial. Hoy por hoy los referentes de la izquierda  revolucionaria confunden la “radicalidad abstracta” con la  “radicalización sustantiva”; se confunde lo reivindicativo que nos  permite construir poder estudiantil y avanzar en la disputa de la  hegemonía en materia educacional, construyendo unidad a interior del  movimiento estudiantil y al exterior, con el resto de los actores  sociales con lo reivindicativo en abstracto. Puesto que, ¿De qué manera  el movimiento estudiantil puede instalar políticamente sus demandas si  no tiene un poder estudiantil que permita construir fuerza social de  apoyo? ¿Acaso esa izquierda “revolucionaria” que hoy por hoy nos plantea  la alternativa de la ruptura con el CONFECH tiene la fuerza suficiente  para poder instalar una alternativa real y no formal para el movimiento  estudiantil en su conjunto?
Hoy nosotros, los estudiantes de intención revolucionaria, debemos  plantearnos con altura de miras este conflicto entendiendo que la  construcción del poder estudiantil es una tarea de todas y todos, y que  se construye políticamente con organización y claridad programática no  de un día para otro, sino que disputando la hegemonía real del  movimiento estudiantil en sus estructuras de representación,  subvirtiéndolas y volcándolas al trabajo de los estudiantes de base. Y  para avanzar hacia eso debemos plantear una política reivindicativa que  genera unidad al interior del mismo movimiento, fortaleciéndolo política  y orgánicamente. Sólo la unidad de los de abajo es el poder que hace  temblar a los poderosos; una unidad efectiva y no mezquina, una unidad  real. Y para poder construir una unidad real debemos avanzar en las  distintas formas de lucha que permitan la radicalización política de  nuestras demandas ¿De qué nos sirve una forma de lucha, como una toma de  una facultad periférica, si es que esta no potencia el desarrollo del  poder estudiantil y la disputa por la hegemonía en política educacional?  Solo la ortopedia de la izquierda periférica y enceguecida con el poder  milita en nuestra contra como movimiento estudiantil.  
Hoy nosotros, los estudiantes de base y de intención revolucionaria,  debemos evaluar políticamente este desafío y plantearnos la tarea de  avanzar en la construcción del poder estudiantil. Debemos tener claridad  de que la salida política de este callejón en el que nos encontramos  necesita de perspectiva histórica, necesita aprender de los errores de  ayer con miras al fortalecimiento del movimiento en su conjunto. En ese  panorama debemos tener al menos las siguientes precauciones y/o  consideraciones:  
- El movimiento estudiantil necesita una plataforma de lucha única que unifique a secundarios, universitarios de universidades privadas electas democráticamente y universidades públicas y que apueste a instalar programáticamente el horizonte político común: la educación como un derecho social y que responsa a los intereses del conjunto de la sociedad y no del mercado.
- Necesitamos establecer una política de lucha mínima para el conjunto del movimiento estudiantil que permita la convergencia con otros actores sociales vinculados a la educación como docentes, funcionarios y familias.
- Evitar cualquier tipo de negociación política con las autoridades antes del establecimiento de los puntos 1 y 2 y sobre todo, antes de haber conquistado al menos las reivindicaciones de avanzada.
- Debemos cuidarnos de no aislarnos políticamente. Ante ello es necesario denunciar el rol práctico de la izquierda marginal que de facto nos lleva a la ruptura y a la fragmentación del poder estudiantil.
- En el marco del repliegue de la Concertación y del rol práctico del PC como partido pivote de la rearticulación política de la centro-izquierda, debemos evitar cualquier salida política que coopte al movimiento social y al movimiento estudiantil en su conjunto. Para ello es necesario establecer como horizonte posible, una salida social al conflicto social a través de las modalidades democráticas vigentes. Sólo la democracia social y radical nos permitirá disputar la construcción de un proyecto público de educación que responda a las necesidades de la clase trabajadora y de los sectores populares.
Cerca de 100.000 mil personas marchan en el centro de Santiago contra la educación de mercado
Esto demuestra que la lucha contra el total desmantelamiento de la educación pública aún no está decidida y que se extiende cada vez más. Las movilizaciones se multiplican, así como también las diversas acciones de protesta. La unidad desde la lucha de los sectores más conscientes del estudiantado se hace imperativa, así como también el fortalecimiento de las formas organizativas propias de las y los libertarios asumidas por amplias masas de estudiantes (la democracia directa, la horizontalidad, los delegados mandatados por asambleas, etc.) y sobretodo la construcción de una alternativa real y construida desde abajo, con las bases, de una educación que responda a las verdaderas necesidades e intereses de las mayorías explotadas del país. La tarea es inmensa, pero poco a poco el pueblo y la clase trabajadora comienzan a despertar y a hacerse oír en esta angosta y larga faja de tierra.
 
 
 
 
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